Esta especie es un Íbice endémico de la península Ibérica, y esta entrada se la vamos a dedicar a una de las cuatro variedades de Capra pyrenaica que se reparten en la geografía peninsular: la Capra pyrenaica victoriae que es la que habita en las cordilleras centrales de nuestro país, y que recientemente se ha reintroducido también en nuestra tierra en la cordillera Cantábrica.
La majestuosidad y el tamaño de
los machos contrastan con la apariencia de las hembras, mucho más pequeñas y
con unos cuernos diminutos si los comparamos con los de sus compañeros.
Hace unos días que volvimos de
Salamanca de la zona de Las Batuecas, donde fuimos para ver a las Monteses, que afortunadamente y
a pesar de la niebla que nos acompañó el primer día no faltaron a la cita.
El tiempo contrastaba con los
días soleados y veraniegos que habíamos tenido hacía justo un año, esta vez una
niebla meona acompañada de un aire que arrastraba y mojaba la cámara, amenazaba
con aguarnos, y nunca mejor dicho, la fiesta.
A pesar de todo la suerte nos acompañó, pues
en nuestro recorrido inicial por la tarde localizamos una cabrada al lado de la
carretera que nos permitió tomar algunas fotos interesantes antes de que se nos
fuese la poca luz que quedaba, y que también propició que tanto el equipo como nosotros
terminásemos empapados.
Un par de veces que la niebla abrió unos minutos, nos encontramos de cerca a estas hembras y al machete que aguantaban estoicamente la ventisca cara al viento, como puede apreciarse por la zona mojada de los cuernos y sus ojos semicerrados.
No obstante el haber estado intentando adivinar las siluetas entre la niebla y la ventisca, y haber tenido a escasos metros a este precioso Macho compenso la mojadura.
Afortunadamente el día siguiente
amaneció con nubes pero sin niebla, aunque el aire no se había calmado y cuando
cogimos altura soplaba con bastante fuerza.
Una vez localizado uno de los
rebaños estudiamos la forma de aproximarnos aprovechándonos del aire, y tuvimos
suerte, pues por una vez los animales hicieron lo que pensábamos y poco a poco
se fueron acercando a donde estábamos, y se acercaron tanto que a veces
resultaba difícil meter al animal en el encuadre, aunque eso también nos
permitió hacer algunos retratos de esas caras tan expresivas.
Al cabo de un rato estábamos
rodeados por el rebaño y fueron unas horas fabulosas tomando fotos en todas las
direcciones y observando el comportamiento de estos soberbios animales que parecían pasar de nosotros..
La delicadeza con que los machos
se dirigían a las hembras haciendo esas muecas tan características con los
labios y la lengua resulta chocante.
Acostumbrados a ver a los rebecos
y los venados tratar a sus harenes, ver a estos grandes machos recular
inmediatamente a un simple pestañeo de desaprobación de la hembra, parece no
encajar con el aspecto y con la diferencia de tamaño que existe entre ambos
sexos. Aquí no cabe duda de quién manda, las hembras van por donde quieren y
los machos se limitan a seguirlas.
Apenas fueron un par de días,
pero nos permitieron disfrutar tomando fotos, El primer día tomamos algunas
diferentes gracias a la niebla. Y el segundo día disfrutamos de las
impresionantes vistas que esta sierra ofrece y del comportamiento de las Cabras
tomando fotos hasta llenar las tarjetas.
Hasta aquí una pequeña muestra de los cientos de fotos tomadas. Es una lástima no haber podido estar
un poco más, pero así quedando con ganas se mantendrá la ilusión hasta que
podamos volver, como nos pasó el año pasado cuando fotografiamos a este precioso macho
contemplando sus dominios.
Un final de fiesta degustando la gastronomía de la zona, rindiendo homenaje a “esas cosas” que provienen tanto del Cerdo ibérico, como de la vaca Morucha y de nuevo vuelta a casa pensando ya en futuras salidas.
Espero que os gustase. Hasta la
próxima.
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