domingo, 17 de marzo de 2019

Acompañando a un Rebeco

  
Cuando hace unas semanas describía aquellos momentos
pasados acompañando a la raposina viendo como cazaba topillos, el ir al lado de un animal salvaje fue quizá uno de los factores más importantes para que esos momentos adquiriesen una especial importancia para mí, sin embargo llegar a tener al alcance un primer plano de un animal no es imprescindible para que una determinada experiencia tenga esa condición, y eso es lo que me ocurrió en otra ocasión hace un año.

Fue un día a finales del invierno pasado, habíamos salido de casa con un día infame, nevando y con una visibilidad fatal, y como casi siempre en esta época íbamos en busca de fotografías con ese fondo blanco que tanto nos gusta. 

Acababa de amanecer cuando llegamos a nuestro destino, y apenas habíamos andado unos pocos minutos cuando observamos que algo destacaba en ladera de la montaña, por debajo de una pared vertical había un Rebeco que escarbaba en la nieve para llegar a la hierba con la que alimentarse.


Estaba a unos 300 metros de donde nos encontrábamos, a simple vista no se distinguía si era macho o hembra así que eché mano de mis prismáticos y pude comprobar que era un animal adulto, su cuerna tenía una altura considerable, y su grosor era proporcionado y acorde con la altura, los cuernos estaban bastante separados, su curvatura no era excesiva pero tenía un radio bastante amplio, y finalmente el pincel peniano no dejaba lugar a dudas, se trataba de un espléndido macho de Rebeco cantábrico, su pelaje ya había empezado a cambiar, y no era tan compacto y oscuro como suelen tenerlo estos animales a principios de invierno, pero aún así conservaba esa belleza que la estación invernal da al pelo de estos animales.


Tenía que intentar fotografiarle un poco más cerca, así que miré a mi alrededor pero no había nada donde ocultarme para poder hacer esa aproximación, además una capa considerable de nieve se había depositado en la vaguada que tenía que atravesar para acercarme a él, solamente a unos 150 m ladera arriba destacaba una peña entre la nieve, pero para llegar a ella tenía que ir totalmente al descubierto. Afortunadamente en ese momento empezó a nevar y pensé que quizá eso me ayudase a pasar más desapercibido, así que sin perder tiempo cogí la cámara y mi "saquito de lentejas" y empecé a avanzar muy despacio, mientras que Mary quedaba abajo controlando.

Había trozos en que la nieve no estaba helada y me hundía hasta por encima de la rodilla, luego ya en la ladera la nieve perdía espesor pero hacía que el terreno estuviese muy resbaladizo, así que lentamente proseguí hacia la peña sin perder de vista al Rebeco que afortunadamente no me prestaba atención.

Cuando estaba a apenas 10 metros de la peña el Rebeco levantó la cabeza y se me quedó mirando, me quedé inmóvil esperando a ver que hacía, pero por suerte no le debí parecer peligroso, pues volvió a ponerse a comer.





Terminé de recorrer los poquitos metros que me quedaban, me eché sobre la peña y coloqué el saquito de lentejas para apoyar el objetivo. Tuve que esperar a que el pulso se normalizase antes de enfocarle para no sacar un borrón, mientras tanto el Rebeco seguía ignorándome, y además poco a poco iba descendiendo aproximándose a un paso a unos 50 ó 60 metros de donde me encontraba que le permitiría salvar la pared vertical que tenía a su lado para seguir su camino por la ladera.



Mientras me reponía, también vi que en la cuerda de la montaña había algún rebeco más, eran hembras con sus crías pero estaban muy lejos para que me prestasen atención.


Pasan los minutos y yo sigo tomando fotos a "mi Rebeco" que sigue la ruta prevista, parándose a pastar cada poco y acercándose al paso que le permitiría seguir su recorrido.

En momentos así el tiempo parece detenerse, es como si penetrases en la mente del animal acompañándole en su campeo, intuyendo lo que va a hacer: Ahora parará a mirar, ahora se pondrá a comer, ahora tiene que ir hacia aquella piedra y se volverá a mirar.....Todo se iba desarrollando como yo pensaba, el animal llego al paso entre las peñas y se quedo unos momentos mirándome ya que obviamente me tenía localizado, pero en ningún momento mostró desconfianza.





Cuando libró con un salto la diferencia de altura que se interponía en su camino me dirigió una última mirada, después poco a poco el gran macho se fue alejando y mientras proseguía con la búsqueda de alimento iba cogiendo altura de nuevo dirigiéndose hacia la cuerda por la que hacía rato habían volcado sus congéneres.



Ya no me quedaba más que desearle que tuviese mucha suerte y que encontrase un lugar inaccesible donde permanecer a salvo de las dos plagas que persiguen a esta especie: la sarna, y los humanos armados.

Cuando vi las fotos, comprobé que habían pasado 45 minutos entre la primera y la última, y si a esto le añadimos la aproximación, fue más de una hora disfrutando con el precioso animal, sin duda un "medalla de oro" en la valoración cinegética de esta especie.

Y hasta aquí la pequeña historia de otro más de los muchos momentos que surgen cuando salimos al campo. Espero que os haya gustado y hasta la próxima.




6 comentarios:

  1. Precioso relato amigo Victor que he leído sumamente entusiasmado queriendo más. Tus relatos son muy buenos porque nos sitúa casi compartiendo esa vivencia a tu lado. El animal también tiene una estampa preciosa, como bien dices de un "medalla de oro"
    Cordiales saludos y buen domingo.

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    1. Muchas gracias por tu comentario Juan, y me alegro que te haya gustado. Un abrazo

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  2. Es una maravilla poder contemplar este animal en su entorno y leer tu relato sobre tu experiencia con el rebeco, me ha gustado mucho.
    Un abrazo grande.

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    1. Gracias Montse. Si que son situaciones especiales en las que disfrutas a tope. Un abrazo.

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  3. Victor como te prometí estoy viendo la nueva entrada a tu Blog sobre el rebeco y como siempre impresionante te felicito a y un salado.

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    1. Gracias Ricardo. Me alegro que te gustase, es nuestro día a día del invierno, pero ya tenemos ganas de verano y ver si nuestra caravana ha resistido un año más......para después de unos días volver a añorar esos días de invierno....

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