miércoles, 9 de octubre de 2013

Venados de altura



Estamos a principios de Octubre, para los que
nos gusta el campo éstas son fechas que marcan uno de los acontecimientos más llamativos del mundo animal en nuestra península.

Se trata de la época del celo de los ciervos, ya que dependiendo de cómo vengan las lluvias de finales del verano, normalmente entre la última semana de Septiembre y la primera o segunda de Octubre, se pone en marcha lo que se conoce popularmente con el nombre de “la berrea”. Ese comienzo de actividad viene marcado por el descenso de la temperatura, la disminución de las horas de luz y como dije las lluvias que suelen llegar en esos días.


Hasta hace unos pocos años este acontecimiento natural no era tan popularmente conocido, y solamente cazadores, naturalistas y amantes de la naturaleza, solíamos ir al campo a oír y ver a los venados.

Hoy este “espectáculo” está masificado en muchos sitios, y como ocurre con todas las cosas que están masificadas hay gente que sabe estar, y otros que son  incapaces de distinguir el bramido de un ciervo del mugido de una vaca si un guía no se lo dice, eso hace que los de siempre tengamos que buscar sitios menos accesibles para evitar encontrarte con estos grupos donde abundan los pseudo ecologistas que te pueden amargar el día.

Todos los años hemos tratado de organizarnos para al menos hacer una salida para oír y ver a los venados en su apogeo, pero por una u otra causa los últimos años apenas hemos podido hacerlo en condiciones.

Este año por fin hemos conseguido hilvanar dos o tres salidas para intentar verles y tratar de fotografiar a estos animales en su ambiente. Como suele ocurrir en estos casos, la suerte no siempre ha estado de nuestro lado y hemos tenido de todo.


Hay un sitio especial que siempre me ha llamado la atención y es el valle del río Lechada. Este año aprovechando que teníamos un permiso para acceder con el coche por la pista que le recorre, y así poder adentrarnos los primeros Kms. sin tener que darnos la gran paliza desde abajo, decidimos ir allí un par de días, el problema fue que tuvimos que adaptar nuestras salidas a los días de caza, y no se si sería por esto que apenas vimos ciervos, y los que vimos muy lejos y desconfiados.



Éste es el único grupo que conseguimos ver el primer día y las únicas fotos que pudimos tomar, el venado es muy bonito, tenía cuatro hembras, pero estaban muy lejos y en un sitio inaccesible para poder acercarse. Por si eso fuese poco el tiempo era desastroso, había un vendaval acompañado con ráfagas de agua que apena nos dejaba separarnos del coche, así que tuvimos que conformarnos con lo que se ve.

El segundo día el tiempo nos dio una tregua y pudimos subir hasta el final del valle, allí rodeados de dosmiles vimos este otro venado también con cuatro hembras que se movían a un lado y otro de la cuerda de la montaña, y que nos dejaron sacarles unas fotos. Posiblemente el que se hubiese estado cazando, y la cantidad de ganado doméstico que hay en esa zona, propiciase que apenas viésemos animales, y en cuanto a los ciervos que es lo que íbamos a buscar, solo unos pocos, muy lejos y sin posibilidad de entrarles con un mínimo de garantías de que nos dejasen acercar a menos de 300 metros para sacarles una foto, de hecho casi ni llegábamos a oír sus  bramidos. 



Después del “triunfo” del Lechada unos días más tarde decidimos cambiar de reserva y nos fuimos a otra zona de la montaña, y aquí si que disfrutamos, la berrea estaba a tope y había ciervos bramando por todos los sitios.  

Una vez reconocida la zona, decidimos entrar al día siguiente en uno de los valles donde les habíamos oído, e intentar rececharles subiendo lo más alto que pudiésemos pues  estaban bastante lejos, así que después del madrugón y cargados con el equipo empezamos a subir de noche para poder arrimarnos a ellos lo máximo posible. Elegimos el sitio y nos escondimos en una mata de roble a esperar a ver si se destapaban, pues se les oía en el límite del monte bajo las peñas. El día amaneció despejado y sin aire; por lo menos no nos íbamos a mojar como en el Lechada.


Cuando finalmente empezaron a destaparse, estaban a más de 200 metros, y aunque posiblemente podríamos habernos acercado un poco más, decidirnos quedarnos donde estábamos, pues les veíamos perfectamente, y así no corríamos riesgo de asustarles ni molestarles. Como digo estaban al final del valle con los rebecos...Todo un espectáculo.


Para alguien que le guste estar en contacto con la naturaleza, ésta era una situación ideal: Solos en medio del monte, rodeados de montañas, algunos buitres posados en lo alto de las peñas calentándose con los primeros rayos de sol después del frío de la noche, los rebecos correteando y jugando por las peñas, y los venados bramando y persiguiéndose ¿se puede pedir más?
  
Después de más de dos horas sacando fotos decidimos empezar a bajar, y en esta ocasión aunque suele ocurrir pocas veces, se nos alió la suerte y todavía pudimos tomar alguna foto más, tanto de rebecos como de venados.

Yo se que las fotos técnicamente quizá no sean tan perfectas como las que se ven en cantidad de páginas de la red, pero para nosotros suponen revivir esos momentos desde que salimos de casa hasta la vuelta. Tener la “banda sonora” en la cabeza mientras las vemos y esa sensación única de haber estado unas horas integrados en ese ambiente sin haber interferido en él. Aquí van alguna de las fotos que tomamos. 










Por supuesto no podíamos dejar de tomar fotos a los rebecos que nos estuvieron acompañando y a los que no parecía molestarles que sus parientes mayores les ganasen como escaladores.




Posiblemente la berrea en el centro y sur de la península será tan llamativa como ésta, pero lo que no cabe duda es que el entorno no es el mismo, ya que aquí nos estamos moviendo por encima de los 1.800 metros de altura y las vistas suelen ser imponentes. Las condiciones por supuesto que tampoco lo son, ya que aquí no vamos moviéndonos entre alcornoques o encinas, ni estamos esperando o viendo a  los animales desde una caseta, sino subiendo entre pedrizas y maleza, tratando de hacer el menor ruido, y todo esto cargados a cuestas con la mochila, el trípode, objetivos, cámara, prismáticos........


Al final una sola foto como ésta, te compensa de todas las penalidades, y te deja con ganas de volver a repetir cuanto antes.

Hasta la próxima. 

1 comentario:

  1. Victor soy Alfredo es impresionante el reportaje, me ha encantado y si me pongo en vuestro lugar seria maravilloso ver toda esa movida de animales salvajes con ese entorno. Felicidades y seguiremos viendo más reportajes que ya he enviado a mis nietos. Un abrazo

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